Por Francesca Gallardo
Es la una de la mañana. Cuando a esta hora repica el teléfono difícilmente trae buenas noticias. Odio el sonido del teléfono en la noche. Esta vez fue un llamado de Honduras donde la poeta Amanda Castro se nos fue entre honores a respirar el aire ligero que por tantos años la vida le negó.
Amanda la poeta del eros de la vida, la luchadora por el derecho a una paz digna para Honduras, sin más chafas, sin ningún golpe, con alegrías cruzadas. Amanda la que respiraba gracias a una máquina. Amanda la editora, Amanda lesbiana, Amanda doctora en letras, Amanda amada.
Pienso en su poesía de imágenes e ideas, pienso en la última vez que nos vimos, sentadas en la plaza central de Tegucigalpa para decir con poesía que sí a la libertad de los pueblos.
Contra las ventanas de Amanda, los golpistas tiraron dos bombas lacrimógenas hace cuatro meses y lograron indignar a las poetas de toda América. Pero ella a la hora de los cocolazos tenía más aire que todas nosotras. Amanda verso. Amanda diversa.
Editaba poesía, la poeta. Creía en las energías de todas cuando se juntan, la poeta. Viajaba con sus botellas de oxígeno, la poeta, y no podía venir a México por su altura y su contaminación. Pero amaba a toda Mesoamérica, la poeta. Amanda aire fresco.
Nuestras amigas de Honduras nos piden que mandemos versos a redescritorasfemini stas@yahoogroups .com en memoria de Amanda, para que su funeral sea un recital, para que su recital junte nuestras voces.
Se nos fue con honor, con honor rindámosle el tributo de un verso, un poema, el florear de nuestras lenguas.
Adios Amanda
Francesca
Francesca
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