Después de 15 horas de una tensa sesión, la Cámara Alta hizo historia y puso fin a un debate que polarizó a la sociedad y que tuvo sus máximos referentes en la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien impulsó la reforma, y la Iglesia Católica, que la rechazó.
Foto: EFE
Milenio, 15 de julio 2010. Después de 15 horas de una tensa sesión, la Cámara Alta hizo historia y puso fin a un debate que polarizó a la sociedad y que tuvo sus máximos referentes en la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien impulsó la reforma, y la Iglesia Católica, que la rechazó.
La votación concluyó a las 04:00 hora local (07:00 GMT), luego de que 48 senadores expusieran sus argumentos a favor y en contra de una iniciativa que generó durante toda la jornada un clima de suspenso e incertidumbre porque desde el inicio de la sesión se anticipó un empate técnico.
A partir de ahora, el Código Civil permitirá que las bodas ya no sean protagonizadas por “un hombre y una mujer”, sino por “contrayentes” que tendrán beneficios de jubilación, seguro médico y todo tipo de prestaciones sociales que estaban vedadas a las parejas homosexuales.
El derecho a la adopción, que fue uno de los aspectos más polémicos, fue incluido de manera implícita, ya que actualmente cualquier matrimonio puede comenzar los trámites para solicitar la tutela de un menor.
Mientras los opositores priorizaron argumentos religiosos para rechazar la iniciativa, los defensores coincidieron en que se estaban discutiendo derechos civiles para las minorías en un país laico, y por lo tanto no cabían argumentos impuestos por la Iglesia Católica.
Quienes no querían la reforma insistieron en que la homosexualidad es una enfermedad, que no es “natural”, que Dios no la permite y la castiga, que los niños adoptados “corren el peligro” de convertirse en gays cuando crezcan y que la familia occidental será destruida.
En la vereda opuesta, los senadores que votaron a favor advirtieron la necesidad de igualar los derechos de todos los ciudadanos y dejar atrás las políticas discriminatorias por orientación sexual que habían privado hasta ahora en este país.
Una de las críticas más férreas del proyecto, la senadora Liliana Negre de Alonso, consideró inadmisible que ahora a los niños se les tenga que enseñar en las escuelas que la familia no es “papá, mamá e hijos”, sino “papá y papá” o “mamá y mamá”.
El senador Luis Juez, en tanto, ratificó su fe religiosa, pero aclaró que “desde el derecho no hay impedimentos para negarles derechos a las minorías" que en este caso representan los homosexuales.
En el ala contraria, la legisladora Sonia Escudero lamentó que el proyecto haya sido apoyado por la presidenta Cristina Fernández, porque ello politizó el debate y obligó a que hubiera “un tratamiento exprés” en el Senado.
Apenas concluyó la votación, el júbilo estalló en las miles de personas que respaldaban la reforma y que esperaron pacientemente a las puertas del Congreso el resultado del debate, pese al intenso frío de dos grados centígrados que se registró en esta capital.
Una gigantesca bandera con los colores del arcoiris, símbolo de la comunidad homosexual, ondeó en el cielo acompañada de un globo aerostático, mientras en tierra firme se multiplicaron los abrazos y lágrimas entre quienes lucharon durante años por la nueva ley.
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