
El recuerdo de un perro que tuve hace como 20 años llegó a mi mente. Volk le llamé, dicen que quiere decir lobo en alemán, no lo sé. Era hermoso, era un autentico perro pastor alemán; esa raza siempre a sido mi preferida, se me hacen unos animales muy inteligentes, fuertes y leales.
Hace unos días estaba pensando que ya no quería volver a tener un perro en mi vida, en mi casa siempre hubo perros de todas las razas, se nos inculco el cariño hacia los animales.
Un día que fui a correr al parque (que por acá le llaman bosque) detuve mi correr al ver una hermosa perra con 4 o 5 cachorros, le pregunté al dueño que si los vendía y me contestó que sí; como no iba preparada le dije que si me esperaba.
Al regresar seguía en aquel lugar el dueño, la perra y sus cachorros; me dijo que escogiera, al observarlos uno por uno me decidí por un cachorro, era el más juguetón, el más alegre.
Me lo llevé y comenzó la búsqueda de su nombre, hasta que un jefe del trabajo que había ido a Alemania me sugirió el de Volk y me gustó.
Pasó el tiempo y el perro creció hermoso e inteligente, para desgracia suya lo tenía en un espacio en aquel entonces pequeño para su tamaño, trataba siempre de sacarlo y llevarlo a correr al “bosque”.
Un día al regresar de la escuela me encontré con que supuestamente se había salido y nunca más regresó. Lloré como una Magdalena y desde entonces me juré no volver a tener otro perro.
Y hoy al escuchar esa melodía y ver la foto del perro, me entraron unas ganas por tener otro perro, tremendas. Sé que no lo haré, el tiempo cambia las circunstancias y en este presente no es nada viable.
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