Por Tania Meza Escorza / DESDE ABAJO
Hoy Marcela Vieyra renunciará al cargo que las y los electores del Distrito IV le confirieron como su diputada en el Congreso local. Hoy la legisladora Marcela Vieyra se convierte en la primera diputada “Juanita” hidalguense que renuncia a su cargo para que asuma su suplente varón, Onésimo Serrano.
No es la estrategia de cualquier “Juanita”, se trata de una maniobra más elaborada. Ella aceptó ser la candidata a diputada al Congreso estatal en el pasado proceso electoral, por el distrito que comprende a Tezontepec, Tlahuelilpan, Tepetitlán y Tula, a sabiendas de que no cumpliría sus promesas de campaña. Y lo sabía porque tiempo atrás había sido electa como diputada suplente de Ramón Ramírez Valtierra.
Cuando en el proceso electoral del año pasado el PRI designó a sus candidatos plurinominales al Congreso local, sabía perfectamente que Ramírez Valtierra debería dejar su cargo en San Lázaro, para entrar por la “pluri” a presidir el Poder Legislativo estatal en este año.
Así pues, Marcela Vieyra y los dirigentes tricolores que montaron esta farsa contra los derechos humanos de las mujeres tenían perfecto conocimiento de que si ella ganaba las elecciones, debería renunciar a su cargo para suplir a Ramón en San Lázaro, por lo que desde el inicio le pusieron un fuerte suplente masculino, quien además participó más que activamente durante la campaña.
Marcela Vieyra es una política misógina y no es de extrañarse. En su sitio web la diputada Juanita dice sobre sí misma: “Tengo una gran admiración por mi padre, el Lic. Cesar Vieyra Salgado, quien es una persona llena de experiencia y sabiduría en la vida y en la política, lo amo y respeto, de él he aprendido muchas cosas; mi papá es una persona, inteligente, muy sensata y serena, todas sus decisiones y consejos, los piensa profundamente y los recapacita, eso lo he aprendido muy bien y me ha ayudado mucho en la vida”.
En contraposición, de su madre destaca: “Mi madre, Marcela (supongo que no tiene apellidos, porque de su padre señala hasta el grado de estudios), es una mujer ejemplar, que se dedica a brindar amor y comprensión a todos los integrantes de la familia, es una persona muy cálida y cariñosa, muy trabajadora en su casa (tal vez por todo ello su hija la considera ejemplar, es decir, un ejemplo a seguir para otras mujeres); le encantan y ama a todos los niños; mí mamá ha sido la gran compañera y apoyo para mí padre (sí, según la propia Marcela Vieyra, ése es el mérito con que debe cerrar la descripción de su mamá: No lo que la señora haya logrado por sí misma, sino su papel como apoyo y compañía de un hombre).
Pero Marcela Vieyra no sólo realiza actos de desprecio por las mujeres, también dice mentiras, porque durante su campaña señaló ante mujeres líderes afiliadas al Organismo Nacional de Mujeres Priístas (ONMPRI) de los municipios de Tezontepec, Tlahuelilpan, Tepetitlán y Tula de Allende: “La mujer hidalguense recibirá durante la administración que sin duda encabezará Francisco Olvera, la atención y el apoyo que merece y que siempre ha demandado de manera justa y cuyas propuestas y programas apoyaremos desde el Congreso del estado (…) Las mujeres siempre han sido pieza clave en las grandes transformaciones sociales y culturales en nuestro país” (Le vendría bien predicar con el ejemplo y no prestarse a retrocesos que atentan contra las mujeres)
En aquella ocasión, la diputada que hoy renuncia para dejar su puesto al suplente masculino apuntó: “Hoy en día, las mujeres no sólo nos quedamos en la casa; con esfuerzo, formamos a nuestro hijos y con nuestro trabajo, mantenemos en muchas ocasiones a nuestras familias; pero también hemos sabido ocupar los espacios en la vida pública. Cada vez más hay mujeres gobernadoras, diputadas, empresarias y doctoras” (Pues gracias a ella, hoy hay una diputada menos)
Luego, en ese mismo acto el suplente Onésimo Serrano González, dijo que Marcela Vieyra, “representa el símbolo de la nueva mujer en Hidalgo: de lucha, de firmeza en sus convicciones, de trabajo y de un profundo compromiso social” (Ya vemos la firmeza de sus convicciones y la profundidad de su compromiso social)
Pero lo anterior no es lo peor de todo, sino que a propósito de su renuncia, Vieyra Alamilla declaró en entrevista con la reportera Rosa Porter del semanario “Visto Bueno”, que en San Lázaro podría desempeñar un buen papel en comisiones como la de Equidad de Género u otras afines a este tema. Afortunadamente, la actual comisión de equidad del Congreso de la Unión tiene excelentes diputadas feministas, que no permitirán las imposiciones de alguien de probada misoginia.
Ya se va Marcela Vieyra y, aunque va a San Lázaro a ocupar el lugar de un hombre, si no se hubiera prestado al juego hoy iría ella como legisladora federal, y aquí habría una diputada más, tal como marcan las cuotas de género a las que su partido está obligado.
Es poco probable que el PRI estatal sea tan cínico como para hacer renunciar también hoy a su otra “Juanita”, Maribel Polanco, o que el poco compromiso del Panal con las mujeres les lleve también hoy a hacer la transa-acción contra las hidalguenses, a través de la renuncia de sus dos diputadas, pero de cualquier manera, también estaremos pendientes de los siguientes “juanitazos”.
Adiós, “Juanita” Vieyra, tus misóginos jefes estarán orgullosos de ti, y tú habrás dado un paso más en tu carrera, a costa de la traición que cometes contra todas las mujeres de Hidalgo.
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