Por Haideé Mata
La familia, Institución por excelencia de esta sociedad capitalista y patriarcal, que necesita una determinada manera de relación sexual para asegurar la reproducción de la especie y la continuidad de su ordenamiento, por lo que sus acciones están encaminadas a legitimar dicho orden.
Los heterosexuales al casarse por el civil firman un contrato que los ampara y los compromete al mismo tiempo, estableciendo vínculos que se fortalecen con la llegada de los hijos en un porcentaje considerable de los matrimonios. Se forman de esta manera uniones que se legitiman ante la sociedad proporcionando seguridad de ser reconocidos como ciudadanos que tienen derechos y obligaciones.
Aún en los casos en que no haya un contrato de por medio, por el simple hecho de durar un tiempo determinado, sea en unión libre o concubinato, los integrantes de estas parejas pueden en un determinado momento exigir derechos de la misma unión.
Caso contrario es la comunidad de la diversidad sexual que derivado de no estar amparada bajo el manto de la norma establecida carece de los derechos más elementales.
Claro es el ejemplo al formar una pareja de la comunidad glbt, sean homosexuales, lesbianas, transgeneros, etc. que al correr el tiempo y fallece una de ellas, la otra queda relegada por los familiares que disponen de los bienes del difunto.
En otros casos los acuerdos tomados en pareja se desconocen al terminar la relación y no hay solución jurídica alguna, ya que por la misma condición de desamparo legal no existe retribución alguna para las partes.
También es cierto que la misma comunidad da por hecho esa gran limitación y actúa en consecuencia. Las relaciones se dan en un ambiente de incertidumbre, se titubea al tomar decisiones que involucren inmuebles. Es sabido que las uniones no son eternas; que la mayoría de las parejas que se establecen tienen determinado tiempo de duración y por lo mismo no es posible pensar en un: “para toda la vida”.
Pero los que si llegan a madurar sus relaciones y pueden convivir en armonía, ¿cómo lidiar con estos obstáculos? ¿Cómo?
¿Cómo? Si tu pareja se enferma y no puedes tomar las decisiones en torno a su salud, debido a que no eres familiar o cónyuge y son ellos los que finalmente disponen de quien está postrado en cama.
¿Cómo? Si cuando se requiere de servicio médico y por el hecho de no ser permitido este enlace, se imposibilita dar seguro social y se recurre a servicio particular.
¿Cómo? Cuando los ataques homofóbicos crean tensión en las relaciones generando en algunas ocasiones la separación de las parejas de la diversidad.
¿Cómo? Cuando nos es negada la adopción de niños y se nos coarta la posibilidad de experimentar la maternidad o la paternidad.
¿Cómo? Cuando se requiere formalizar convenios legales y se anulan o se desconocen al fallecer alguna de las partes.
El reconocimiento a las sociedades de convivencias, por las que han pugnado diferentes fuerzas políticas, puede ser un principio y una opción hecha realidad en la capital del país (México).
Sería interesante colocar al matrimonio entre heterosexuales a la par de las otras sociedades de convivencia, ya que dejaría de estar en preeminencia con respecto a las otras uniones.
La familia es concebida como el microcosmo de la red donde circulan las relaciones de poder. Desde allí se jerarquerizan los poderes: se legitima el poder absoluto del padre-hombre sobre los demás miembros, se normaliza el rol femenino de la madre-mujer sumisa.
El contrato matrimonial es uno de los pilares de este capitalismo que se desgasta día a día y que requiere, para su permanencia, el replanteamiento de sus acciones, por lo que ya en otros países se empieza a legalizar los matrimonios entre personas del mismo sexo.
La familia, Institución por excelencia de esta sociedad capitalista y patriarcal, que necesita una determinada manera de relación sexual para asegurar la reproducción de la especie y la continuidad de su ordenamiento, por lo que sus acciones están encaminadas a legitimar dicho orden.
Los heterosexuales al casarse por el civil firman un contrato que los ampara y los compromete al mismo tiempo, estableciendo vínculos que se fortalecen con la llegada de los hijos en un porcentaje considerable de los matrimonios. Se forman de esta manera uniones que se legitiman ante la sociedad proporcionando seguridad de ser reconocidos como ciudadanos que tienen derechos y obligaciones.
Aún en los casos en que no haya un contrato de por medio, por el simple hecho de durar un tiempo determinado, sea en unión libre o concubinato, los integrantes de estas parejas pueden en un determinado momento exigir derechos de la misma unión.
Caso contrario es la comunidad de la diversidad sexual que derivado de no estar amparada bajo el manto de la norma establecida carece de los derechos más elementales.
Claro es el ejemplo al formar una pareja de la comunidad glbt, sean homosexuales, lesbianas, transgeneros, etc. que al correr el tiempo y fallece una de ellas, la otra queda relegada por los familiares que disponen de los bienes del difunto.
En otros casos los acuerdos tomados en pareja se desconocen al terminar la relación y no hay solución jurídica alguna, ya que por la misma condición de desamparo legal no existe retribución alguna para las partes.
También es cierto que la misma comunidad da por hecho esa gran limitación y actúa en consecuencia. Las relaciones se dan en un ambiente de incertidumbre, se titubea al tomar decisiones que involucren inmuebles. Es sabido que las uniones no son eternas; que la mayoría de las parejas que se establecen tienen determinado tiempo de duración y por lo mismo no es posible pensar en un: “para toda la vida”.
Pero los que si llegan a madurar sus relaciones y pueden convivir en armonía, ¿cómo lidiar con estos obstáculos? ¿Cómo?
¿Cómo? Si tu pareja se enferma y no puedes tomar las decisiones en torno a su salud, debido a que no eres familiar o cónyuge y son ellos los que finalmente disponen de quien está postrado en cama.
¿Cómo? Si cuando se requiere de servicio médico y por el hecho de no ser permitido este enlace, se imposibilita dar seguro social y se recurre a servicio particular.
¿Cómo? Cuando los ataques homofóbicos crean tensión en las relaciones generando en algunas ocasiones la separación de las parejas de la diversidad.
¿Cómo? Cuando nos es negada la adopción de niños y se nos coarta la posibilidad de experimentar la maternidad o la paternidad.
¿Cómo? Cuando se requiere formalizar convenios legales y se anulan o se desconocen al fallecer alguna de las partes.
El reconocimiento a las sociedades de convivencias, por las que han pugnado diferentes fuerzas políticas, puede ser un principio y una opción hecha realidad en la capital del país (México).
Sería interesante colocar al matrimonio entre heterosexuales a la par de las otras sociedades de convivencia, ya que dejaría de estar en preeminencia con respecto a las otras uniones.
La familia es concebida como el microcosmo de la red donde circulan las relaciones de poder. Desde allí se jerarquerizan los poderes: se legitima el poder absoluto del padre-hombre sobre los demás miembros, se normaliza el rol femenino de la madre-mujer sumisa.
El contrato matrimonial es uno de los pilares de este capitalismo que se desgasta día a día y que requiere, para su permanencia, el replanteamiento de sus acciones, por lo que ya en otros países se empieza a legalizar los matrimonios entre personas del mismo sexo.
La capital del país se encuentra en la disyuntiva de legalizar los matrimonios del mismo sexo, ya que la izquierda es mayoría en la asamblea legislativa del D.F. se abre la posibilidad de poder concebir una ley que permita dichas uniones.
La inconformidad va en aumento por parte de sectores que sienten que como ciudadanos son tratados como de segunda clase.
El conservaurismo rígido se muestra en las expresiones de la jerarquía católica que sabe que su presencia se fortalece en un Estado cada vez menos laico por lo que intentará presionar a los legisladores para dar marcha atrás a esta propuesta de ley.
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