jueves, 27 de marzo de 2008

Amor maduro, Amor lejano.

Foto: Luah Galvão. Por Helô Bortz en Flickr

Por Haideé Mata. La mujer mayor de 30 años -lesbiana- ama como si lo hiciera por primera vez. Con la misma intensidad e ilusión pero queriendo encontrar esa paz que no busca la adolescente, ama con miedos y temores, con ilusiones y fantasías.

Ese amor maduro es un amor lejano, lejano a los ojos de las demás, ya no es un amor de antros y discos, no deja de ir, pero el amor lo busca en otra parte, en lugares de encuentro donde pueda convivir, conocer y elegir.

Es aventurera, pero no se aventura en quimeras, toca, palpa, saborea. El juego de la seducción lo disfruta con esa pasión que le ha dejado los años. Su mirada es profunda, astuta y reflexiva.

Se entrega con la furia de un huracán y llora con el corazón en la mano. Ama queriendo atrapar ese sueño, esa ilusión. Es fiel y es infiel, es tristeza y es alegría.

La mujer mayor de 30 años disfruta la compañía de amigas, valora mucho el sentido de la amistad, teje redes, se solidariza con sus iguales, no piensa ya en amores eternos, piensa en amores duraderos.

Hace de cada relación un motivo para crecer y desarrollarse; cree en el compromiso, apuesta a ganar sabiendo que puede perder, su andar es lento disfrutando el viento que acaricia su cara, no corre, no tiene prisa, camina por la vida gozando cada momento, cada instante.

Amor maduro, Amor lejano. La mujer mayor de 30 años -lesbiana- ama como si lo hiciera por primera vez.

Al igual que la adolescente se pone nerviosa, se ruboriza y siente que la sangre golpea su mente y cuerpo cuando mira a los ojos, a los labios, a los senos y a todo el cuerpo de la mujer que le gusta.

Se siente viva cuando tiene uno, dos, tres o múltiples orgasmos. Llora, sufre y se deprime si su sexualidad se limita. Recorre el cuerpo de su amada con la experiencia que le han dejado los años o sus amantes.

La mujer mayor ama y se ama en un intento por darle sentido a su vida, ama y ve a los ojos de su amada comprobando que el ser lesbiana fue lo mejor que le pudo haber pasado.

El amor maduro es tan frágil que una palabra lo puede destruir y una mirada lo puede fortalecer. La mujer mayor es un ser imperfecto pero perfectible, siempre en la búsqueda de sí misma y en ese andar encontrará no a una si no a varias mujeres que se reconocerán como entes amorosos y calidos, con defectos y virtudes.

La mujer madura al terminar una relación sabe que creció junto con su ex y que la vida les depara otra oportunidad de mirarse en los ojos de otro ser. Nuevamente y sin prisa vuelve a caminar disfrutando el viento que acaricia su cara, no corre, no tiene prisa, camina por la vida gozando cada momento, cada instante.

2 comentarios:

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