miércoles, 17 de septiembre de 2008

SER LESBIANA



Por Gloria Careaga. El primer problema al que se enfrenta una lesbiana es descubrir que lo es. En las sociedades en las que la heterosexualidad y la homosexualidad se piensan como prácticas sexuales excluyentes, ser lesbiana es resultado de un proceso de autodefinición y aceptación que atraviesan por una determinada conceptualización del cuerpo, el autonombramiento y la confrontación de las normas sociales (Gidens, ibid). La identidad lésbica se empieza a construir a partir de la diferencia y apela al yo mismo, por lo que, al igual que otras identidades (la étnica, por ejemplo) tienen un gran contenido emotivo. Es decir, tiene que ver más con lo que un individuo siente que con lo que realmente es.

El segundo reto, el proceso de revelación pública de su condición, y el tercero, descubrir quien más lo es, brindaran la posibilidad de interacción con iguales en distintos espacios. Si bien representa una gran tensión, una vez dado el paso les genera una sensación de libertad, que además les permite a acceder a una interpretación alternativa del lesbianismo que les lleva a reconocer el tiempo perdido, proporcionar un significado positivo a su existencia y, crear un sentimiento de pertenencia a un grupo social en el que se experimenta el compartir un conjunto de características.

Sin embargo, no existe una única manera de experimentar el hecho homosexual. La búsqueda del origen se constituye en una preocupación central, para algunas es un determinismo biológico, para otras es una perspectiva personal y psicológica de las relaciones. Incluso para otras, es un posicionamiento político. No obstante, debido a la reacción social (Guasch, 1977) existen denominadores comunes: el alto grado de implicación emocional implícito en el proceso de revelación a los otros evidencia que dicha identidad es fundamental –independiente del valor moral añadido, positivo o negativo – para quienes se adscriben al término. Así, definirse como lesbiana es una cuestión de vital importancia que implica la organización de un entramado de redes sociales con un alto contenido emocional, formado por las similares y un particular estilo de vida basado en la ocultación o en la visibilidad.

Ser lesbiana es un proceso que implica un cambio en la conciencia de las personas implicadas en él. Este proceso implica una transformación individual con una paulatina conciencia de diferencia a través de diferentes etapas (Plummer, 1995) que se organizan según las propias circunstancias: sensibilización, significación, subculturación, y estabilización. Muchas refieren que debido a la invisibilidad y al silenciamiento, cuando empezaron a experimentarse con sensaciones e ideas diferentes –generalmente en la adolescencia-, no contaron con modelos o referentes conceptuales que facilitaran su significación. Entre mujeres, el tema del enamoramiento es recurrente y a diferencia de los hombres gay, no va acompañado ni precedido necesariamente de la realización de juegos sexuales. Algunas llegan a experimentar o definitivamente a rechazarse la posibilidad, otras toman conciencia de la diferencia tras varias relaciones esporádicas e incluso hay quienes recurren al tratamiento terapéutico. Sin embargo, pareciera que los espacios lésbicos de reflexión constituyen la alternativa que les ofrece mejores posibilidades para explorar sus inquietudes y resolver la dolorosa angustia. El reconocimiento mutuo de los procesos y las posibilidades abiertas para experimentar sin grandes sanciones, constituye uno de los elementos claves que éstos les proporcionan para su propia definición.

En este sentido, la identidad de una lesbiana de grupo y la de una de bar se conforman de manera muy diferente. En el grupo tienden a tomar conciencia de la discriminación que enfrentan y se construye el sentimiento de pertenencia a un mundo o estilo de vida diferente al heterosexual, y sobre todo al masculino.

Lo que les posibilita a crear una conciencia crítica ante la manifiesta sensación de exclusión, que les impide expresarse al mismo tiempo que les lleva a reclamar el ser tomadas en cuenta.

Los cambios que exigen la toma de conciencia de pertenencia a una categoría social estigmatizada implica que el tiempo que puede requerir una persona hasta que se adscribe a dicha categoría es arbitrario. Puede ser una cuestión de semanas, de meses o una decisión que no lograran tomar a lo largo de la vida o que sólo asumen en determinados ámbitos y ante determinadas personas. Sin embargo, el poner nombre a los propios sentimientos es fundamental, ya que autonombrarse es central para la autoafirmación.

Habrá entonces que comprender los espacios y el tiempo para esta autodenominación.

En general en América Latina, aunque se ha buscado la reivindicación de ciertos vocablos como lesbiana, tortillera o trailera, se observa que las más jóvenes aun los rechazan, incluso que hay hoy una tendencia a autonombrarse como gay, tal vez en un afán de mayor modernidad o de expresión de mirada internacional. Igualmente, el vestuario ha cambiado, las formas y la presentación en sociedad se han modificado, pero la dicotomía feminidad/masculinidad sigue teniendo sentido en el mundo de las lesbianas.

Se tipifica a las mujeres por machinas o femme, aunque hay también una tendencia importante a la valoración de la andrógina.

2 comentarios:

Lápiz dijo...

Ser o no ser... parte de nuestra libertad, de la desiciòn propia, la esencia no se pierde... En mi caso ha sido mi autoaceptaciòn, que me ha servido para crecer y desarrollarme a màs no poder, ¿Por què?... Ha sido la apertura al mundo, primero fue sumergirme en mi para poder decir, hacer, decidir... etc. y poder ser... SER YO MISMA... amar a una mujer es algo bendito, puro y dulce... a los ojos de quien sea... los demàs pueden mancharle, pero lo puro es y serà ese amor a la mujer.

"Todo verso esta maquilla con el placer, y en sus raices se destaca la esencia femenina... ELLA".

Saludos!

Haideé Mata dijo...

Mujer fatal:

Me dejas reflexionando con este comentario tan tuyo, tan adentro de ti hacia afuera.

Y si, también creo que el ser de adentro hacia afuera es la fuerza que nos da el salir aunque el mundo grite que no lo hagamos.

El reinventarnos en cada mujer que se asume lesbiana y logra salir de su closet o del closet de la sociedad hipócrita es un triunfo de nosotras, de todas las mujeres sin importar la preferencia u orientación sexual.

Gracias niña bonita.

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